miércoles, febrero 21, 2007

El segundo spangenhelm (6): planificando la chapa

Seguimos con las entregas ladrillo. Hasta ahora, hemos dado una forma más o menos burda a las piezas. ¡Ah, por cierto! Seguimos acumulando tiempos, y no hemos hecho más que empezar:

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Vísteme despacio, que tengo prisa

La cosa iba por 4,5 horas. A partir de ahí:

-Forma inicial de la cruz y agujeros básicos: 1,5 horas
-Forma delicada de todo el marco: 1,5 horas
-Corte y limado de nasal: 0,5 horas (ya hablaremos de este amigo)
-Corte y limado de los triángulos: 0,75 horas
-Limpieza de óxido de los triángulos a golpe de scotch brite: 0,75 horas
-Dar forma al nasal: 0,5 horas
-Dar forma a uno de los paneles triangulares: 0,5 horas
-Darse cuenta de que los paneles te han quedado pequeños: no tiene precio
-Corte y limado de los nuevos triángulos: 0,75 horas
-Dar forma básica a los cuatro nuevos triángulos: 4,5 horas

En total, y para ir llevando claros los tiempos, los acumulados quedan como

TTL (Tiempo Total de Labor): 15,75 horas

CMOS
(Crono Menos Operaciones Superfluas): 12,25 horas

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- Oiga, ¿se da cuenta de que desperdicia como la cuarta parte del tiempo de trabajo haciendo cosas mal?
- Si, soy perfectamente consciente, pero gracias por señalarlo


Vale, tenemos unas cuantas piezas de chapa más o menos abolladas. ¿Ahora qué?

Pues ahora vamos a proceder a su planificado (planishing) que se descompone en dos fases: desabollar (bouging) y aplanar (planishing)

- Oiga, pero en inglés sale dos veces el mismo término, y usted lo ha traducido de formas distintas.
- Pues sí ¿qué pasa? Y al último 'planishing' no lo llamo compresión de milagro.

La primera fase es sencilla. La chapa estará llena de trozos que sobresalen sobre la superficie, o que se hunden en la misma. Coges el martillo, y, sobre la misma superficie de hundir o de elevar previamente utilizada, les vas dando candela para que queden bien ajustados a la superficie. Lógicamente, golpeas desde fuera o desde dentro según lo que haya que corregir.

Aquí es una buena ayuda mirar bien la pieza a la luz, e ir marcando con un rotulador las partes a tratar. Yo suelo rodear con una línea continua aquellas que sobresalen demasiado, y discontinua si están demasiado hundidas.

- Oiga, ¿y eso se marca siempre así?
- No, cada cual es libre de marcarlo o no como le venga en gana.
(¿De dónde habrá salido el tipo pesao éste que habla en azul?)

Y así continúas hasta que la cosa es lo bastante uniforme como para decir: ya no puedo seguir alisando con estas herramientas.

Y ahora a aplanar.

Para aplanar te hace falta un martillo de cabeza lisa, y más bien tirando a pesado. En su momento yo lo intenté con un martillo de chapista, pero no es buena idea (no para metal tan gordo)

Para este segundo spangenhelm, yo estoy usando un martillo de mecánico de 560 gramos (lo ponía en la etiqueta). En la foto podéis ver el martillo tal como era de nuevo. Se puede apreciar que el borde, a pesar de estar biselado, tiene unas aristas que tienen todas las papeletas de acabar perfectamente grabadas en la chapa sobre la que te vas a poner a trabajar, y tu no quieres eso. No no no.

- Bueno, pero si da los golpes con el martillo bien agarrado, no se marcará, ¿no?
- Pues no, pero es que a partir del martillazo número 300 el pulso no es tan fino. A la larga, siempre das algún golpe un poco torcido


Así que habrá que darle una lijadita para eliminar las aristas. Ya sabes: amoladora de banco, y el método de lijado y pulido que más rabia te dé, con cuidado, eso si, de no estropear la superficie plana.

- ¿No ha dicho que sin estropear la superficie plana? ¿Es normal lo de esas marcas en mitad del martillo?
- Lo cierto es que estuve un poco manazas. Bueno, las marcas apenas se notan al tacto y no dejan huella en la chapa, así que decidí dejarlas correr.
(Este tipo está empezando a caerme gordo)

La verdad es que me sorprendió un pelín lo fácil que se marcó un Irimo, con apenas un suave roce de la lija. Podría eliminar la marca dándole una buena lijada a toda la superficie y puliéndola de nuevo, pero no merece la pena.


En fin, que ya tienes el martillo y la pieza a trabajar. ¿Encima de qué yunque?

Pues para esto utilizamos a nuestra vieja amiga la bola de remolque, bien sujeta a una mordaza. Sí, también tengo un proyecto de mejora para ella, pero por el momento es lo que hay.

- Oiga, oiga. Que las bolas de remolque no tienen una superficie suave, que las he visto yo cuando voy de camping a Benidorm, y tienen encima un circulito que es plano y tiene aristas.
- Yes, I know. Hay que eliminar esas aristas con la amoladora y pulir un poco la superficie. Queda una curva realmente fantástica para lo que queremos.

Por cierto, que a nadie se le ocurra hacer caso a la foto y dar martillazos sobre el parquet del salón. Esa mordaza va encima de un tocón, todo ello en el suelo de hormigón del garaje.

De nuevo, a mi me resulta más cómodo pintar en la pieza unas cuantas líneas con rotulador para que me guien, y saber por dónde voy.

Los golpes hay que darlos con cierta puntería. La pieza debe estar apoyada en la stake (la bola de remolque) justo en el mismo punto en que vamos a
dar el martillazo

- Ya claro, decirlo es muy fácil. Pero cuando la chapa está tapando la bola ¿cómo sabe si está dando bien los martillazos? ¿eh?
- Pues por el sonido. Si suena "ting" es que le has pillado bien. Si suena "clonk" es que le estás dando mal. Y por cierto, ¿usted quién es y qué hace en mi blog?

Así vas dando golpes, muchos cientos, tal vez miles de golpes para un solo panel del spangenhelm, hasta que te queda una superficie multifacetada, un mosaico de pequeñas superficies planas que empieza a reflejar las cosas y que no las distorsiona en exceso.

De hecho, ese es el método para saber si has terminado con el planificado. Tienes que mover la pieza frente a ti, de forma que refleje algo (por ejemplo, tu cara) y moverla para ver si el reflejo se mantiene más o menos uniforme. Si es así, estupendo, si no... habrá que volver a desabollar y aplanar, pero que no cunda el pánico: es mucho más sencillo corregir los errores que empezar de cero.

- Y todo eso del aplanado, ¿para qué sirve exactamente, eh? A mi me parece que después de desabollar, la cosa ya estaba lista para lijar.
(Este tipo me está poniendo nerviosito)
- Pues sirve para tres cosas: para facilitar el lijado, para evitar que el lijado se tenga que llevar demasiado material, y, sobre todo, para endurecer el hierro.
- ¿Ein?

Lo de facilitar el lijado es sencillo: cuanto más lisa sea la superficie para empezar, menos habrá que lijar para que quede lisa del todo. Cada minuto empleado en aplanar ahorrará cinco de lijado.

Como corolario de lo anterior, el lijado será más superficial. Habrá que comerse menos material, con lo que el resultado será una chapa más resistente.

- ¡Buah! ¡Ya será menos! ¡Ni que eso fuera a notarse!
- Pues ríase usted, pero milímetro y medio de espesor ya es una chapa considerablemente gruesa para una pieza de armadura. Comerse con la lija dos o tres décimas de milímetro más o menos es un porcentaje tremendo.
- Vale, vale, acepto pulpo, pero lo que no cuela es eso de endurecer el hierro.

Cuando estás trabajando con hierrajo (o con el acero extremadamente pobre en carbono que hoy en día se vende bajo el nombre de hierro o mild steel) lo primero que descubres es que es sorprendentemente dúctil y fácil de trabajar. Hasta que le has dado una buena tunda de martillazos, y descubres que el metal se te está poniendo chulo.

Eso es porque, a base de golpes, has comprimido las moléculas del metal unas contra otras, creando una serie de tensiones internas que endurecen la pieza.

Eso es malo si quieres seguir dándole formas más raras, porque te hace falta normalizar la pieza para liberar esas tensiones y que vuelva a ser manejable.

- ¿Normalizar? ¿Qué es eso?
- La calientas hasta que está al rojo, y la dejas enfriar muy poco a poco. Así se ablandan los metales férricos.
- Ah, vale

El caso es que, para darle un buen acabado a una pieza de hierro, es deseable endurecerla un poco. Dado que al hierro común se la trae al fresco un tratamiento térmico que no incluya contaminarlo con carbono, el endurecido a martillazos es muy deseable.

- Pues menudo rollo gratuito, tío pedante. Vale, hay que darle de martillazos, ¿y eso qué diferencia implica? Lo dejas liso, y ya está, toda esa charla sobraba
- Pues hay dos diferencias: que los martillazos tienen que ser lo bastante fuertes para comprimir bien la chapa, y que también hay que hacerlo con las piezas curvadas que ya eran lisas, aunque sólo sea para endurecerlas. Es decir, en el caso del spangenhelm, hay que aplanar también el marco, aunque en su momento quedó bastante liso

Estamos a punto de acabar con esta serie sobre cómo dar forma a la chapa. Por el momento, diremos que el planificado se va a cargar la forma que habíamos dado antes, y que será necesario hacer dos o tres correcciones iterativas (dar fomar - planificar - dar forma) hasta conseguir que las piezas cuadren realmente bien.

Y además, nos queda explicar cómo afilar la cresta del nasal, algo que también se hace en fase de aplanado.

Pero todo eso tendrá que esperar al siguiente post.

- Oiga, oiga, listillo, no tan deprisa. Venga usted pa'cá.
- ¿Quién, yo? No, si yo ya me iba...
- Ya, ya. ¿Ve usted esta espada? ¿Sabe lo que significa la expresión "eviscerar con extrema saña"?
- ¿Eviscequé? ¿Qué quieAAAAAAARRRRRGGGGHH!

1 comentario:

Anónimo dijo...

- Rápido! ¿Hay en la sala algún médico especialista en evisceraciones con extrema saña?